sábado, 25 de octubre de 2008

De prostitutas y "chulos"

Tradicionalmente denominado "el oficio más viejo del mundo", el origen del ejercicio de la prostitución se localiza en el tiempo por algunos autores en la antiquísima región de Caldea. Lo cierto es que desde entonces, o desde antes, su presencia ha sido constante en la historia de la humanidad. En la antigua Roma ya se podían distinguir diferentes especialidades que nos recuerdan que no hay nada nuevo bajo el sol en este sentido: existían -entre otras clases- las mujeres llamadas "copae", que eran las sirvientas de posadas y tabernas que además ejercían la prostitución, las "noctilunae", que eran las que atraían a la clientela como caminantes nocturnas, y las "forariae", cuyo campo de acción eran las carreteras.

La primera gran organización delictiva relacionada con la prostitución surgió en el Nueva York de Lucky Luciano. El gángster seleccionó a un grupo de hombres jóvenes y les envió a las zonas donde las mujeres acostumbraban a acudir en busca de diversión. Poco a poco las iniciaron en el consumo de drogas y en la "vida fácil", cortándoles luego de repente el suministro. Estas, ante tal situación, se gastaban todos sus ahorros apareciendo entonces los apuros económicos. Reaparecían entonces sus antiguos amigos que les ofrecían "trabajo" y dinero fácil. Por éste método (que todavía funciona aunque sea a menor escala e incluso a nivel individual) llegó a controlar 2.000 chicas y 200 locales. El negocio era redondo y lucrativo porque además de controlar la prostitución en gran parte de la ciudad, se dominaba paralelamente el mercado de la droga, del cual las propias prostitutas eran principales y asiduas clientes, participaban en los beneficios encargados de locales y "agentes" de las chicas, y además también se posibilitaban negocios accesorios, como por ejemplo el préstamo con importantes intereses a las que eran detenidas para que pudieran pagarse la libertad bajo fianza.

En muchos casos, y sobre todo en los últimos siglos, la prostitución ha estado ligada más o menos directamente con aspectos delictivos o al menos con un estilo de vida marginal, y por ello ha devenido objeto de atención de la Criminología. En unos casos como sujeto activo de la comisión de delitos, pero en otros muchos como víctima de ellos.

Según diferentes épocas, la prostitución ha estado penalizada o no, y en algunas sólo se penaba la prostitución femenina. En la actualidad se castigan únicamente las conductas relacionadas con ella, como su promoción, favorecimiento o facilitación, y también al que determine a otro a ejercerla o mantenerse en ella, o el que se lucre de quien la lleva a cabo, aún con su consentimiento. Esta última figura es la conocida como "chulo" o rufián (que según el diccionario es el que vive a costa de la mujer pública), que en gran parte de los casos es el que verdaderamente saca beneficios de la situación. La verdad es que en su inmensa mayoría el problema de la prostitución sigue siendo de carácter femenino.

Pero ¿cómo puede explicarse que una persona pueda soportar a alguien que continuamente le está explotando? Aparte del ejercicio de coacciones morales y físicas y del ofrecimiento de una supuesta protección, en muchos casos el “chulo” es el amante o marido que le impulsa a su actividad para vivir de sus ingresos y tiene una fuerte influencia sobre ella. Puede sorprender, pero, en algunas ocasiones, la mujer lo que obtiene de la situación es una cierta compensación, al considerar que con ese modo de vida coloca a su amante bajo su dependencia y le crea un ambiente de vida donde -en cierta manera- es prisionero suyo, y entonces suele colmarle de regalos y atenciones, al mismo tiempo que suele estar poseída por unos celos feroces.
En otros casos se trata de un delincuente que sale de la cárcel, y ante la falta de oportunidades para integrarse a la sociedad vive sólo, y la única mujer que encuentra es la prostituta. Cuando a veces se une a ella, viven juntos y la única fuente de ganancias es la de la mujer. El problema entre ellos surge cuando el “chulo” se comporta cada vez más exigentemente, debiendo la mujer darle cada vez más dinero, o cuando ella o ambos tienen más necesidades para alimentar su drogadicción, por lo que ha de aumentar su "rendimiento", prolongar su jornada, e incluso si se le ofrecen otras ocasiones - como las delictivas - aprovecharlas. Aparecen así delitos como el llamado "timo del gato", que consiste en aprovechar para efectuar hurtos mientras el "cliente" duerme. Los delitos más asociados con la figura de la prostituta suelen ser los hurtos, robos, injurias y resistencias a la autoridad, siendo menos comunes el infanticidio o la conducta suicida. Pero, en la mayoría de casos, los delitos los comete el hombre que la "protege", aparte del delito propio que supone tal figura, y en los que la mujer puede llegar a ser encubridora, facilitadora, cómplice, e incluso instigadora.

La simple prohibición de la prostitución no ha conseguido nunca erradicarla. Y es que no hay que actuar aisladamente en ese sentido (no hay que olvidar los problemas sociales que la rodean), sino que habría que hacerlo además coordinadamente sobre la droga y la delincuencia, en muchos casos íntimamente interrelacionadas, siendo el problema muy difícil de solucionar sin tener en cuenta una visión criminológica global de todos estos aspectos.

Paco Bernabeu
Criminólogo

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